Si de comer rico en México se trata, el estado de Michoacán se pinta solo.
La gastronomía michoacana es una de las más aplaudidas en el país, y cómo no serlo, si conquista el paladar de todos con sus deliciosos uchepos, corundas, variedad de pozoles, enchiladas, carnitas, y, por supuesto, la tradicional sopa tarasca. Justamente de esta última queremos hablar en esta ocasión, pues es uno de los platillos más representativos de esta cocina y de la comida mexicana tradicional en general.
La historia de la sopa tarasca se remonta a finales de la década de los sesenta, cuando en Pátzcuaro, el Sr. Felipe Oseguera quería preparar un platillo especial y distintivo para la inauguración de su pequeña hostería que estaba próxima a celebrarse. Durante varios días, él y su familia estuvieron cocinando, probando distintas combinaciones de ingredientes, hasta que dieron con esta sopa que inmediatamente los cautivó con su delicioso sabor de hogar. El nombre “sopa tarasca“surgió para hacer homenaje a la gente de su pueblo indígena, los purépechas, que también son llamados “tarascos”. Su preparación es a base de frijol bayo, caldo de pollo, jitomate, tortillas fritas y chile ancho; se decora con un toque de quesillo, crema y fritura de chile ancho (sí, como buenos mexicanos, se le agrega más chile). Actualmente el Hotel La Hosteria de San Felipe continua creando esta exquisita sopa, en las instalaciones donde surgió todo y la pueden degustar en diversos sitios de la zona lacustre y centro de Michoacán.
Su receta es tan sencilla como deliciosa, y gracias a su facilidad, y a que los ingredientes se pueden encontrar sin ningún problema y además son bastante accesibles al bolsillo, es una sopa que se prepara con mucha frecuencia en los hogares mexicanos. Por todo esto es que tiene un lugar muy especial dentro de la gastronomía mexicana.
